Metrobús de Bogotá colapsó a pocos años de implementarse
En la ciudad de Bogotá, el sistema de transporte público articulado, llamado Transmilenio, tiene un serio problema que es la insuficiencia de capacidad en horas pico. Este sobrecupo se observa entre las 5:00 y 8:00 de la mañana, cuando los bogotanos se dirigen a sus lugares de trabajo. Misma situación ocurre entre las 17:00 y las 20:00, en el horario de retorno. A poco más de 10 años de haberse implementado, el sistema está colapsado.
“El Transmilenio fue diseñado para pasajeros que utilizaban los buses comunes, pero debido a las grandes dificultades que existen en la ciudad, como obras, falta de parqueaderos, etc., el metrobús es utilizado incluso por quienes tienen vehículos propios”, explicaron en la empresa que explota el servicio.
Si bien las calzadas exclusivas permiten un recorrido relativamente rápido, en algunas zonas de la capital los pasajeros llegan a aguardar hasta 50 minutos antes de poder subir a un bus, debido a la sobrecarga de las unidades que impide el ingreso a más personas.
Así también ingresar o descender de los buses en los horarios mencionados es una tarea difícil que en su ejecución supone golpes, empujones e incidentes.
Teóricamente las unidades tienen una capacidad de trasladar a 160 personas, pero es evidente que esta cantidad se triplica o cuadruplica.
Una práctica acostumbrada de los conductores de las unidades es el “amague” en el cierre de las puertas. Con ello obtienen que los pasajeros se apuren por subir a los buses, aunque con ello deban incluso sufrir fuertes golpes entre una y otra puerta.
Inseguridad
Desde el punto de vista urbanístico, la ciudad de Bogotá luce más ordenada. Aunque dentro de las unidades articuladas la realidad es otra y los pasajeros deben convivir impotentes con la delincuencia.
En la mayoría de las estaciones se puede ver a auxiliares bachilleres que cumplen el servicio militar obligatorio custodiando estos sitios. Pero esto no impide que personas compren sus boletos con el objetivo de alzarse con pertenencias de los pasajeros, recorriendo la ciudad en metrobús. Todo ello es posible comprando un boleto de 1.700 pesos (4.200 guaraníes), con el que uno puede recorrer Bogotá de norte a sur y de este a oeste, sin bajar de las estaciones.
A esta práctica de hurtar las pertenencias de los pasajeros en horas pico, los colombianos la llaman comúnmente “cosquilleo”; y no faltan quienes mediante ella se dedican a robar los objetos de valor de las personas que abordan los buses, revisando sus bolsos e incluso la ropa.
Aunque muchos pasajeros insisten en que el problema del hacinamiento se resolvería aumentando la cantidad de buses, a simple vista se observa que los troncales están al límite de su capacidad y que no cabrían más unidades. Este tema lo desarrollaremos con mayor amplitud más adelante.
“El Transmilenio fue diseñado para pasajeros que utilizaban los buses comunes, pero debido a las grandes dificultades que existen en la ciudad, como obras, falta de parqueaderos, etc., el metrobús es utilizado incluso por quienes tienen vehículos propios”, explicaron en la empresa que explota el servicio.
Si bien las calzadas exclusivas permiten un recorrido relativamente rápido, en algunas zonas de la capital los pasajeros llegan a aguardar hasta 50 minutos antes de poder subir a un bus, debido a la sobrecarga de las unidades que impide el ingreso a más personas.
Así también ingresar o descender de los buses en los horarios mencionados es una tarea difícil que en su ejecución supone golpes, empujones e incidentes.
Teóricamente las unidades tienen una capacidad de trasladar a 160 personas, pero es evidente que esta cantidad se triplica o cuadruplica.
Una práctica acostumbrada de los conductores de las unidades es el “amague” en el cierre de las puertas. Con ello obtienen que los pasajeros se apuren por subir a los buses, aunque con ello deban incluso sufrir fuertes golpes entre una y otra puerta.
Inseguridad
Desde el punto de vista urbanístico, la ciudad de Bogotá luce más ordenada. Aunque dentro de las unidades articuladas la realidad es otra y los pasajeros deben convivir impotentes con la delincuencia.
En la mayoría de las estaciones se puede ver a auxiliares bachilleres que cumplen el servicio militar obligatorio custodiando estos sitios. Pero esto no impide que personas compren sus boletos con el objetivo de alzarse con pertenencias de los pasajeros, recorriendo la ciudad en metrobús. Todo ello es posible comprando un boleto de 1.700 pesos (4.200 guaraníes), con el que uno puede recorrer Bogotá de norte a sur y de este a oeste, sin bajar de las estaciones.
A esta práctica de hurtar las pertenencias de los pasajeros en horas pico, los colombianos la llaman comúnmente “cosquilleo”; y no faltan quienes mediante ella se dedican a robar los objetos de valor de las personas que abordan los buses, revisando sus bolsos e incluso la ropa.
Aunque muchos pasajeros insisten en que el problema del hacinamiento se resolvería aumentando la cantidad de buses, a simple vista se observa que los troncales están al límite de su capacidad y que no cabrían más unidades. Este tema lo desarrollaremos con mayor amplitud más adelante.
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