Entre la aceptación y el rechazo de sus usuarios de la linea 3 del Metrobus


A una semana de inaugurada la Línea 3 del Metrobús, los usuarios y los habitantes de las zonas por las que corre este nuevo transporte aseguran que ese sistema de movilidad tiene sus pros y sus contras.
Los beneficios se concentran en la rapidez, la comodidad y la calidad del servicio, en comparación con los microbuses que antes operaban la ruta.
Además, hay quienes reconocen que la vigilancia en las estaciones, y para el tránsito de los autobuses articulados, ha mejorado zonas antes conflictivas.
Sin embargo, también hay quejas, y éstas superan a los beneficios. Los reclamos provienen principalmente de los habitantes y trabajadores de las colonias por las que atraviesa la Línea 3 y son, en resumen, la falta de señalización, la reducción del espacio para peatones, el retiro de los árboles y la prohibición de dar vuelta a la izquierda.
Como sea, para bien o para mal, la Línea 3 del Metrobús modificó el entorno urbano y social del Eje 1 Poniente.
Etiopía
De la fachada de un edificio de Diagonal San Antonio, en la colonia Narvarte, aún cuelga una lona que dice: “No al Metrobús”, pero el trasnporte ya pasa por el carril central de la avenida, que está confinado para que los autobuses inicien el retorno.
“Esta zona cambió bastante”, reconoce Marcos Albarrán, un señor que desde hace 33 años vende jugos en la esquina de Anaxágoras, quien, además, señala que la principal queja es que no hay dónde estacionarse y que falta más vigilancia e iluminación.
Sin embargo, la obra dejó algunos beneficios como la mejora de banquetas, mayor movilidad peatonal y el orden con el que la carga vehicular avanza, además del trasbordo desde y hacia la Línea 2 del Metrobús.
Pero “al llegar a Etiopía, hacen falta señalizaciones y seguridad para los peatones que se arriesgan mucho para atravesar de Xola a Diagonal San Antonio”, comenta Leopoldo Gómez, quien desde su puesto de boletos de lotería, observa que los autos no respetan a la gente que baja del transporte.
Centro Médico
El puesto de periódicos de la señora Concepción Cruz parece desangelado. Las personas que en esa esquina —Obrero Mundial y Cuauhtémoc— esperaban los microbuses, eran sus clientes potenciales y ahora, la gente ya no se para ni espera. La estación del Metrobús le robó clientes, acusa.
“A mí me dio en la torre que quitaran a los microbuses porque la gente se paraba y compraba, ahora no, la estación está hasta la otra esquina”, dice la mujer que, por herencia y desde hace más de 40 años, ha vendido periódicos en la contraesquina del centro comercial conocido como Parque Delta.
Chistian Zamora, taxista, se queja de que el tránsito en la zona empeoró por la prohibición de vueltas a la izquierda, lo que, en horas pico, hace que las calles cercanas se saturen de vehículos que intentan atravesar Cuauhtémoc.
A pesar de que la movilidad vehicular en la zona se mejoró por la fluidez, el Viaducto es un punto conflictivo. El tránsito se vuelve lento desde Eje 3 Sur y Cuauhtémoc, pues la incorporación de vehículos del Viaducto a los carriles del Eje 1 Poniente, que ahora son menos, entorpece el ritmo ganado.
Roma-Doctores
El carril que se habilitó en contraflujo en algunos tramos del Eje 1 Poniente parece beneficiar más a los ciclistas que a los automovilistas. Éstos lo usan poco, pero se diseñó para dar entrada hacia las casas ubicadas sobre el eje.
Miguel Zepeda decidió conocer ese nuevo carril y desde Etiopía pedaleó hasta Chapultepec, “hace falta señalización. Uno viene muy cómodo sobre este carril, pero al llegar a Chapultepec, ya no se sabe para dónde seguir y por no fijarme que el Metrobús iba a dar vuelta, casi me plancha”, explica el ciclista mientras cruza la avenida.
Balderas
Aquí son más las voces de reclamo que las de conformidad por la reducción de banquetas, el retiro de árboles, el regreso de vendedores ambulantes y por el estrecho paso que se había dejado para los transeúntes y ahora está invadido.
Además, el viernes fue en esa zona donde se registró el primer choque del Metrobús con una camioneta que giró a la izquierda.
Sin embargo, el señor Luis Fernando Pérez cuenta que la Línea 3 quedó “rebien”. “Hago como tres minutos de mi casa al centro y por sólo cinco pesos, antes me tardaba como 15 minutos y gastaba como 15 pesos”, explica visiblemente satisfecho del servicio que desde hace tiempo anhelaba.
Guerrero
Con la llegada del Metrobús, la avenida Guerrero es otra. La velocidad mejoró, el suelo es nuevo, hay policías en cada esquina y hay orden en la movilidad de los autos. Pero faltan señalamientos.
Luis Fernando Pérez vive en la calle de Aldama y reconoce que la imagen de Guerrero se renovó. “Hay más iluminación, más seguridad y creo que sí, el tránsito se mejoró”, explica.
Sin embargo, en esa misma esquina, los automovilistas se pelean con los uniformados porque quedó suprimida la vuelta hacia Mosqueta.
En Tlatelolco, luego de las protestas que generó el proyecto por el derribe de árboles, la movilidad también es mejor. Las banquetas se remozaron y hay más luz, pero faltan semáforos peatonales.
Vallejo
El costo del pasaje en el Metrobús es la única queja que tiene Ramón Pérez, quien vive en la colonia Prohogar. “Los micros no funcionaban, llevaban al pasaje muy mal”, dice.
Como en todo el recorrido, el Metrobús embelleció a Vallejo, una zona industrial, que era gris y a veces lenta.
Los camellones con plantas nuevas le dan otra imagen a la avenida. El concreto hidráulico que se colocó lo disfrutan los automovilistas que avanzan más rápido. El transporte de carga viaja por la lateral y no invade los carriles centrales que hoy tienen más fluidez.
Tenayuca
Éste es un caso especial. Toda la renovación de la infraestructura urbana en el Eje 1 Poniente contrasta con el descuido en el que vive el pueblo.
Los usuarios de la Línea 3 del Metrobús que llegan a esta terminal y cruzan hacia al Estado de México, encuentran una zona de difícil movilidad para peatones y deficiente planeación urbana.
Luego de cruzar el Periférico, junto al cual corre el extinto río Tlalnepantla, los usuarios llegan a una zona sin señalización para coordinar a automóviles y transeúntes. Además, encuentran un transporte público más caro.
El puente peatonal que atraviesa el Periférico y el río no sirve. En el suelo no hay líneas de peatonalización. El piso es irregular. Las banquetas son pequeñas. No hay semáforos para personas y la iluminación es poca.
Vidal Cuéllar, quien vive ahí desde hace 60 años, describe que el puente peatonal que cruza del DF al Estado de México es inservible. “En la noche es muy oscuro”, acusa. Pero el sabe que es el precio de vivir en un municipio conurbado pobre.

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