Se va al camión rodando como bola

del Milenio

Cancionero

Félix Cortés Camarillo

La percepción generalizada en la capital de Nuevo León es que la tarjeta Feria de Prepago para el transporte urbano en autobuses no es más que una forma encubierta de preparar un aumento generalizado a las tarifas de este transporte, que a la fecha no son precisamente bajas.
Los adultos mayores y los estudiantes tienen una tarifa preferencial de cuatro pesos con cincuenta centavos por viaje. El resto de la población paga siete cincuenta, siempre y cuando traiga las monedas exactas a la mano: los choferes-cobradores suelen estar escasos de —precisamente— feria. En la parla norteña, feria quiere decir suelto, menudo, moneda fraccionaria.
El usuario promedio requiere un mínimo de dos transportes por la mañana y dos por la tarde. En 24 días eso implica un gasto fijo de cuatrocientos treinta y dos pesos al mes, muy por encima de la media nacional y desde luego muy por arriba del costo del transporte urbano en la capital del país.
Cierto, uno de los argumentos para introducir la tarjeta de prepago fue la de quitar el manejo del peaje de las manos de los choferes para evitar la sisa por un lado y para agilizar su trabajo por el otro. Pero la percepción de que pronto la tarifa de diez pesos —que se cobra ya a quien no ha adquirido la tarjeta— se generalizará es la que prevalece.
Pero más allá de la sospecha está la ineficacia que los administradores del nuevo sistema han demostrado en los cuatro meses que tienen intentando implementarlo. Precisamente las personas de la tercera edad han tenido que pasar largas esperas de al menos 50 minutos para tramitar la tarjeta personalizada que les da acceso a la tarifa reducida. A ello se agregan las máquinas lectoras que no funcionan correctamente —o que los usuarios aún no dominan— o la ausencia de esas máquinas en algunas unidades.
Es verdad que una de las cualidades del mexicano es dejar para el último minuto todos los trámites que le afectan. Pero el prepago, que pondrá en sus administradores un adelanto de efectivo nada despreciable por un servicio que todavía no dan, debiera motivarles a mejorar su pobre desempeño.

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